"Imagina un pueblo al que vamos a llamar… Homlet. No, Homlet sería
demasiado obvio. Vamos a llamarle Highdell. Highdell es un pueblo que
llega casi a la categoría de ciudad, si no fuera por que todos sus
habitantes siguen llamándole “el pueblo de Highdell”. Esta rodeado de
montañas, sin encontrarse en un sitio escarpado. Esta cerca del mar, sin
tener puerto. Y lo atraviesa un camino comercial, sin ser una ciudad
destino. En ese pueblo-ciudad, en el que de vez en cuando descansan
grupos de aventureros, existen numerosos locales que les resultan
interesantes, tanto a los habitantes como a los propios aventureros,
aunque estos vayan de paso. ¿Qué local/edificio es el que está pasando
por tu mente?"
El primero que pasa por mi mente es una posada, el típico lugar en el que se reunen los lugareños al caer la tarde a beber unas cervezas e hidromieles del lugar y fumarse unas pipas mientras escuchan los problemas de sus vecinos. También es el lugar en el que los viajeros que vienen tanto desde el mar como desde las montañas paran a descansar despues de un largo y posiblemente peligroso viaje. A los lugareños les encanta hablar con la gente que viene de fuera, fuente principal de noticias, rumores y leyendas.
La posada es grande, con una gran sala calentada por varias hogueras o chimeneas, y algunas habitaciones en el piso de arriba. Además cuenta con establos y almacenes en los que guardar a buen recaudo caballos, mulos y carretas. Seguramente se encuentra en la intersección de dos caminos o junto a una de las entradas de la ciudad.
El posadero es un hombre simpático, que conoce los gustos e historias de muchos de sus clientes, un hombre de pasado algo oscuro, hizo fortuna en las guerras, pero cansado de sangre y miseria regresó a su hogar con el botín para retirarse montando una posada. Sobre la chimenea todavía conserva sy vieja espada / hacha, y a veces cuando bebe de más cuenta alguna de sus historias del pasado, de grandes heroes que simplemente tuvieron suerte, o de pequeños hombres que salvaron el día y de los que ya nadie se acuerda.
El posadero se casó a su vuelta, y tuvo varios hijos e hijas. Toda la familia trabaja en la posada. Uno de los hijos tiene el sueño de seguir los pasos aventureros de su padre, pero este no quiere esa vida para los suyos. Su hija mayor está enamorada del heredero del noble local, pero este está prometido con una joven noble de un pueblo lejano a la que ni siquiera conoce. La hija del posadero quiere que se escapen, lejos, pero no está segura de si él tendrá el valor de abandonar su acomodada vida.
Hay muchos viajeros que pasan habitualemente por la posada. La mayoría son comerciantes, algunos artesanos, unos pocos artistas. Algunos son personajes misteriosos, de los que se desconoce su oficio, aunque se les ve peligrosos, armados, de mirada seria aunque luzcan una sonrisa en la boca. Suelen ser personas que escuchan más que hablan, prestando interés a las historias sobre extraños en los caminos, o de gente que desaparece, o de luces en el bosque o en las ruinas de la vieja colina.
Una posada siempre es un buen sitio donde empezar.
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