Bueno pues ya está aquí, comenzamos, a ver si tenemos lo que creemos que tenemos
para lograr terminar ;D Pero antes de comenzar, quiero remitiros a la página del Tragotauro, en donde podeis ver toda la lista de blogs participantes, y de paso le haceis una visita que es el que ha movido todo esto del Desafio en castellano y tiene una página muy interesante.
¿Como comenzaste con los juegos de rol?
A long time ago,
In a Galaxy far, far away...
Corrían finales de 1984 o
principios de 1985, gobernando el país Felipe González en su primer
mandato, cuando yo, un tierno y solitario chaval de 10 años,
en el recreo tras la comida del colegio, regrese temprano al aula,
para encontrarme que no estaba solo, como esperaba, sino que había 4 o
5 compañeros jugando a un extraño juego.
Román, un chico un año
mayor, había llevado un taco de fotocopias que le había regalado un amigo
canadiense de sus padres, una mala copia del D&D de Moldvay en
ingles. La madre de Román era traductora y él pilotaba más inglés que el
resto. Me quedé fascinado con aquel juego en el que se interpretaban a
guerreros, enano y elfos luchando contra todo tipo de oscuras
criaturas.
Al principio no me dejaron participar porque ya eran
demasiados, pero uno se largo y yo ocupe su puesto llevando a su enano.
Dios, que sensación de poder y libertad. Aquel enano no duro
mucho, ya que aquellas partidas estaban llenas de trampas estúpidas cómo la
que te cortaba los huevos si usabas el retrete de la posada en medio del
bosque. Pero todo eso daba igual, éramos unos críos.
Como no entendíamos la mayor parte de las
cosas, muchas las hacíamos a nuestra bola. Por ejemplo, el daño de las
armas se tiraba cuando conseguías el arma, y siempre hacía el mismo. Para
darle emoción, hacíamos que
cada arma tuviera un d20 usos antes de romperse. Al final cada uno llevaba un
cerro de armas a la espalda, unas muy buenas para bichos gordos, y
otras normalitas para bichos pequeños.
Otra curiosidad es que no teníamos dados.
No había ningún
sitio que conociéramos donde los vendieran. Así que fabricábamos en
papel nuestros propios poliedros con numeritos escritos a lápiz
La partida duraba lo mismo que el dado d20.
Tiempo después fuimos heredando nuevas fotocopias del amigo canadiense, como el MERP (con los preciosos dibujos de McBride recortados) o el Judge Dreed, salió el D&D de Dalmau, compramos nuestros primeros dados de verdad en Naipe, así como unas horribles figuritas de plomo de Grenadier, pero para entonces el rol ya había entrado en mi vida para no marcharse.
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