¿Cómo
se califican las sesiones de juego? ¿A que huelen las nubes? Hay
múltiples variables, todas ellas subjetivas. Hay sesiones en las que se
avanza mucho en la trama, otras con combates épicos, otras con grandes
interpretaciones, otras sorpresivas, otras en las que te lo has pasado
genial pero con temas fuera de partida, etc. Además, el tiempo va
rodeándolo todo con un velo de niebla que hace que solo vayan quedando
ciertas impresiones y desaparezcan la mayoría de los detalles. Por eso
me gusta hablar de viejas partidas con los colegas, porque siempre
recuerdan alguna anécdota que mi memoria deleteó hace tiempo.
Recuerdo
con muchísimo cariño las partidas antiguas de AD&D, tanto las de
Greyhawk como las de Forgotten Realms, Dark Sun, Dragonlance y Nehwon
(como podeis ver nos pateamos casi todos los Settings). También las de
Vampiro Edad Oscura en Constantinopla y las del Negro, y las de Hombre
Lobo. Con las de Star Wars D6 nos lo pasamos muy bien, muy cachondas y
gamberras.
Pero
si me tengo que quedar con alguna en especial que haya dirigido yo,
creo que me quedaría con alguna de las partidas que jugamos cuando salió
la 3ª edición, en la que nuestro grupo volvió a reunirse después de un
tiempo y retornamos al D&D. Seguramente la de Forge of Fury, la de
la fortaleza enana ocupada por orcos y donde sale al final un dragón
negro (del que huyeron por patas), o la de la Ciudad Perdida de
Yesimbelian la Blanca, en donde cayeron en la emboscada de un dragón
blanco (del cual también tuvieron que huir, pero al que el halfling
pícaro metió un puñetazo con un anillo de Ram). Es muy difícil
decidirse, pero la verdad es que aquellas partidas se me han quedado
grabadas.
Seguimos leyéndonos.
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