Las tropas emprenden el viaje
divididas por secciones, guiadas por los exploradores de Shalelu. En tres días
sin incidentes llegan a las inmediaciones de Kaer Kigloth, en donde hacen noche
cubiertos por una niebla espesa y de olor agrio. La vegetación es raquítica y
siniestra, el suelo está cubierto de un lodo pegajoso que no deja vivir a la
hierba, y la noche se puebla de sonidos extraños. Pocos son los que consiguen
descansar tranquilos. Los exploradores se adelantan e informan de que no se
percibe actividad alguna en las ruinas. Se convoca una reunión entre los
líderes del pequeño ejército para plantear la batalla, asignándose a cada grupo
su situación. El grupo de los personajes se adentrará en las ruinas del pueblo,
buscará el templo de Findleladlara y allí la Cámara de las Mascaras, tratando
de encontrar la entrada secreta, y desde allí el acceso al Inframundo. Les
dieron, para cerrar dicho acceso, un extraño artefacto cerámico, una bola que
explotaría al romperse produciendo una enorme conflagración. Les avisarían del comienzo del ataque con un profundo toque
de cuerno.
Al día siguiente, los personajes
siguieron las indicaciones, internándose en las ruinas. Descubrieron y acabaron
con dos necrófagos que estaban merodeando entre las edificaciones, y sin
problemas encontraron el templo de Findeladlara gracias a las estatuas que allí
permanecían. La entrada a la Cámara de las Mascaras estaba oculta por unos
densos matorrales, y más allá se extendían una serie de túneles escavados en la
propia roca, con multitud de nichos ocupados por polvo y telarañas, aunque en
uno de ellos descubrieron una mascara de metal rojo, sin dudas mágica de
naturaleza, ya que ha sido capaz de resistir diez milenios de abandono. Al
final, en una de las cámaras, encontraron un pequeño altar flanqueado por dos
estatuas de piedra de querubines elfos, y tras probar a moverlos de diferentes
formas encontraron la forma de abrir una puerta secreta tras el altar. Allí
esperaron a escuchar el toque del cuerno, el cual les llegó de manera lejana y
apagada. Así que avanzaron por el oscuro túnel hasta llegar al extremo opuesto,
en el que accionaron un mecanismo para abrir la puerta secreta.
Al otro lado encontraron un
complejo de cavernas, al menos con dos niveles, y al poco de entrar fueron
atacados por tres enormes arañas oscuras como la noche y grandes como mastines,
pero que fueron rápidamente reducidas. Exploraron un poco, encontrando dos
puertas protegidas mágicamente, y siendo detectados por dos guardias drow que
huyeron ágilmente. Viendo que tenían poco tiempo, reanudaron su misión dirigiéndose
a los niveles inferiores, en donde esperaban encontrar el acceso al Inframundo.
Al llegar abajo, traspasaron una puerta que atrancaron con diverso material
minero, esperando retrasar la llegada de refuerzos, y al poco se enfrentaron a
cuatro guardias drow, dos guerreros, un hechicero y una sacerdotisa, que
trataron inútilmente de hacerles frente. Escucharon el sonido de una verja metálica
elevándose en un pasillo cercano, y fueron a investigar. Naergoth, el tiefling pasó bajo la verja, mientras el resto de compañeros se escondía, y para su
sorpresa la verja volvió a caer, atrapándolo. Mientras sus amigos trataban de
hacer subir la verja, por el pasaje se perfiló una forma arácnida gigante unida
a un pequeño cuerpo humanoide. Este empezó a conjurar sus potentes sortilegios
contra el tiefling y aquellos que trataban de ayudarle, causándoles algo de
daño y sobre todo mucho miedo. Iliana, la bruja, lanzo un sortilegio de disminuir persona sobre el Tiefling, permitiendole colarse entre los barrotes de la verja, y entonces retrocedieron hasta los pasillos laterales, tratando de
atraer al drider hacia una trampa. Pero el lugar se quedó completamente a
oscuras, frustrando sus planes, y entonces trataron de entrar valientemente en
el túnel, buscando a tientas a su enemigo. El drider demostró ser un enemigo
notable, el cual no les daba la ocasión de luchar cuerpo a cuerpo, sino que se
iba retirando poco a poco, lanzando rayos y proyectiles mágicos con sus manos, cubriéndoles
constantemente con oscuridad y pegajosas telarañas. Al final, cuando ya
escuchaban el ruido de las refuerzos llegando por el túnel a sus espaldas, el
drider se quedó sin más hechizos, y huyo presto hacia las profundidades.
Encontraron a un grupo de esclavos, algunos elfos, y otros de extrañas razas subterráneas,
los cuales, al escuchar que llegaban sus terribles amos, huyeron tras la estela
del drider. Con poco tiempo para reaccionar, Mir e Iliana se quedaron atrás
para tratar de retrasar a los recién llegados, mientras el resto perseguía al
drider. Los recién llegados no resultaron ser refuerzos, sino la cúpula de las
fuerzas drow, tratando de escapar de la matanza que se estaba produciendo en
los niveles superiores. Estos se abrieron paso entre los personajes, buscando únicamente
llegar lo antes posible a la grieta que daba acceso al Inframundo. En unos
momentos de caos total, Mir, invisible, se coló entre los drows y sus
compañeros, llegando a la última cámara, y arrojando el artefacto explosivo que
le había sido dado hacia la grieta por la que ya descendía la primera de las
drows, una alta sacerdotisa. La conflagración estuvo a punto de acabar con
ella, pero debía contar con una fuerte protección frente al calor. Lo que no
pudo evitar fue el suelo que se abrió bajos sus pies, tragándose todo a su
paso. Mir tomó rápidamente una Poción de Levitación, lo que sin duda salvo su
vida, y sus compañeros emularon rápidamente su reacción. Mira todavía tuvo
tiempo de coger el cuerpo inerme de Kildaren antes de que desapareciera entre
las rocas, pero el humano Varinth no tuvo tanta suerte y fue engullido, junto
con la mayoría de los drows supervivientes. Únicamente un elfo oscuro vestido
con una túnica sobrevivió, y trató de regresar sobre sus pasos hacia los
niveles superiores, solo para ser capturado por la vanguardia del ejercito elfo
que ya descendía de los pisos superiores.
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